Viaje a Islandia
Día 5 Grábrók, Reikiavik, Keflavik (343 Km.)
Nos despedimos de nuestro viaje por Islandia de la mejor manera posible: bañándonos en un "heitur pottur", una de las tradicionales piscinas redondas de agua caliente que se encuentran en muchas casas islandesas. Estas "hot pots", como también se les conoce, aprovechan la abundante energía geotérmica del país para proporcionar un lugar cálido y relajante. El cottage en el que nos alojamos contaba con uno de estos maravillosos "hot tubs", permitiéndonos disfrutar de un baño relajante bajo el cielo islandés.
Heitur pottur
(a 188 Km.) Cráter del Grábrók: El cráter del Grábrók es una impresionante formación volcánica ubicada en el oeste de Islandia, cerca de la carretera principal Ring Road. Este cráter, parte de un sistema de tres cráteres formados por erupciones hace aproximadamente 3.400 años, se destaca por sus escarpadas paredes de roca oscura y su amplio diámetro. Al ascender por las escaleras y senderos bien mantenidos que conducen a la cima, los visitantes son recompensados con vistas panorámicas de la región circundante, incluyendo los campos de lava cubiertos de musgo, las montañas cercanas y el río Norðurá. Acceder al cráter del Grábrók no supone tener que desplazarse demasiado, pues su parking se encuentra junto a la Ring Road.
Grábrók
(a 105 Km.) Reikiavik: De camino a la capital de Islandia tuvimos un pinchazo en una rueda del coche, motivo por el cual perdimos un tiempo que no pudimos dedicar a la visita de la ciudad. Nuestro corto recorrido por Reikiavik empezó por Solfar. Solfar, conocido también como el Viajero del Sol, es una icónica escultura ubicada a lo largo del paseo marítimo de Sæbraut. Creada por Jón Gunnar Árnason, esta obra de arte representa un barco vikingo estilizado y simboliza tanto la historia marítima de Islandia como la esperanza, los sueños y la libertad. Destaca por su diseño elegante y minimalista, ofreciendo a los visitantes vistas impresionantes del océano y las montañas circundantes, especialmente durante el amanecer y el atardecer, cuando la luz del sol juega con sus formas metálicas.
Reikiavik - Solfar
Hallgrímskirkja, la iglesia más grande de Islandia y uno de sus monumentos más emblemáticos, se alza majestuosa en el corazón de Reikiavik. Diseñada por el arquitecto Guðjón Samúelsson e inaugurada en 1986, esta iglesia luterana es famosa por su imponente fachada de concreto, inspirada en las columnas basálticas y los paisajes volcánicos característicos del país. Con una altura de 74,5 metros, Hallgrímskirkja domina el horizonte de la ciudad y ofrece vistas panorámicas espectaculares desde su torre, accesible al público. En su interior, la iglesia alberga un impresionante órgano de tubos con 5.275 tubos, diseñado por Johannes Klais de Bonn, que resuena poderosamente durante conciertos y ceremonias. Hallgrímskirkja no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo cultural y arquitectónico que refleja la identidad única de Islandia. Frente a la iglesia podemos ver una estatua dedicada al vikingo Leif Erikson, el primer europeo que pisó América continental, aproximadamente quinientos años antes que Cristóbal Colón.
Reikiavik - Hallgrímskirkja
Otros puntos de interés de Reikiavik son el Harpa, un moderno centro de conciertos y conferencias, deslumbra con su fachada de vidrio colorido que refleja el mar y el cielo. El casco antiguo alberga el Parlamento islandés, Alþingi, y el pintoresco lago Tjörnin, ideal para un paseo tranquilo. Para los amantes de la historia, el Museo Nacional de Islandia ofrece una fascinante visión de la herencia vikinga y la evolución cultural del país. El Perlan, una estructura futurista construida sobre tanques de agua caliente, presenta exhibiciones interactivas y una plataforma de observación con vistas panorámicas. Además, las coloridas calles de Laugavegur y Skólavörðustígur están llenas de tiendas, cafés y galerías, proporcionando una experiencia cultural y gastronómica rica y diversa.
Auroras boreales desde el avión
(a 49,7 Km.) Aeropuerto de Keflavík: Nos dirigimos al aeropuerto, y mientras el cielo se oscurece con el anochecer, nuestras esperanzas de contemplar las últimas auroras boreales se desvanecen. La lluvia comienza a caer suavemente. Después de devolver el coche de alquiler, tomamos nuestro vuelo de regreso. El avión va tomando altura y, tras superar la altura de las nubes, Islandia nos da su último regalo. Contemplamos de nuevo una aurora boreal. La foto que acompaña este texto la realizó un pasajero del avión que compartió con los demás.